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El mensaje de Fátima encontró siempre un eco filial en la persona del Papa. De tal manera que, un año después del atentado que lo hirió gravemente en la Plaza de San Pedro – el 13 de mayo de 1981, fecha misteriosamente conincidente con la de la primera aparición de la Virgen -, quiso él dirigirse a Fátima en memorable peregrinación, para agradecer a la Santísima Virgen su maternal y casi milagrosa protección. Como señal de reconocimiento, hizo incrustar en la corona que ciñe la frente de la imagen allí venerada, el proyectil que sacrílegamente lo alcanzara.
Juan Pablo II fue a Fátima – adonde volvió en 1991 – no sólo para manifestar su gratitud, fue también como jefe espiritual de la Cristiandad, a fin de llamar la atención de la humanidad desorientada del final de milenio, para la importancia fundamental del mensaje dirigido por la Madre de Dios a los tres pastorcitos portugueses. Y aún, para rogar a la Santísima Virgen que apresurase el día del triunfo de su Inmaculado Corazón, profetizado por Ella en 1917, en Cova da Iría.
Mariae Mater Eclesiae, ergo Mater Papae…
Si María es Madre de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a fortiori es Madre del Santo Padre. María escucha a todos los hombres, pero una palabra proferida desde la cátedra de Pedro le da una especial alegría.

Tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917 en Cova da Iria-Fátima:

Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiría y de la Santísima Madre vuestra y mía.
Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo
alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz que es Dios: « algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios.