En una mañana de Resurrección, apreciando la belleza o el sabor de un Huevo de Pascua,pocos son los que conocen su significado o historia. Pocos conocen los caminos que recorrieron hasta llegar a lo que son hoy: ya no se sabe decir si el Huevo de Pascua es una joya de delicias o una delicia en forma de joya.
De algo se puede tener seguridad: aquel huevo utilizado desde los primeros tiempos y que se tornó conocido como Huevo de Pascua, sólo puede haber sido concebido y refinado en el gusto, belleza y sabor de una cultura que caminaba rumbo a la civilización nacida de la Pasión y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Origen, historia y leyendas
El origen de huevos usados en conmemoraciones especiales es antiguo y lleno de leyendas, constantemente relacionadas con aspectos religiosos.
Siempre fue común la práctica de pintar huevos cocidos, decorarlos con diseños y figuras y presentarlos en ocasiones especiales.
En gran parte de los países esta es una costumbre común, en otros, sin embargo, esta práctica pasó por muchos cambios y adaptaciones: los huevos naturales fueron cambiados por huevos de los más diversos materiales.
En Ucrania, por ejemplo, antes de la era cristiana ya se intercambiaban huevos pintados con motivos de la naturaleza. Llegaron a ser una manifestación artística especial conocida como pysanka.
Con la aceptación del cristianismo en el 988, los huevos ucranianos decorados continuaron con su importante participación en los rituales religiosos de la Iglesia Católica. Fueron adaptados para representar la Pascua y la Resurrección de Cristo.
Los Huevos en Cuaresma y Pascua
Las noticias del uso de huevos en conmemoraciones entre los cristianos, nos llevan hasta el siglo IV y tienen estrecha vinculación con la Cuaresma.
En esa época era prohibido el consumo de huevos durante el periodo penitencial de los cuarenta días. De ese modo, se acumulaba una gran cantidad de ellos en las despensas familiares.
Para evitar el desperdicio, eran donados a los niños.
A partir del Jueves Santo, precedidos por los acólitos de la Parroquia, niños y niñas se reunían para recogerlos de casa en casa. En el domingo de Pascua la enorme cantidad de huevos recogidos era transformada en omelets y luego saboreada por toda la población.
Huevos decorados y benditos
Los Huevos de Pascua son una tradición seglar dentro del cristianismo. En el siglo XII ya existía, en muchos países de Europa, la costumbre de regalarse mutuamente huevos naturles que habían sido bendecidos en la Iglesia, en el día de Pascua.
Por ejemplo en la región de Alsacia, en Francia, por vuelta del año 1215 ya era difundido el hábito de regalar huevos a los amigos en la Pascua.
Cerca del siglo XVI, surgió una mejora. Alguien tuvo la idea de perforar el huevo y sustituir su contenido natural por una “sorpresa” que, conforme a la categoría de la persona, podría contener perfumes, objetos decorativos minúsculos y hasta joyas.
En el siglo XVIII, el Rey Luis XIV mandaba bendecir en el día de la Pascua grandes cestas de huevos dorados, que él mismo distribuía a las personas de la Corte.
Aparecen los huevos de chocolate
El nacimiento de los huevos de chocolate en Pascua se dio a partir del Siglo XVIII, en reemplazo de los huevos duros y pintados que eran escondidos en las calles y en los jardines para ser buscados por los niños.
Fue por esta época, en Francia, que se comenzó a vaciar los huevos naturales para rellenarlos. Los Pâtissiers franceses los rellenaban de chocolate, mazapán o una mezcla de varios ingredientes. Y además los pintaban artísticamente por fuera: sin duda, un descubrimiento fabuloso de los pasteleros franceses.
Desde finales del siglo XIX, en casi todos los huevos de Pascua no se usa la cáscara del huevo de la gallina. Ellos son hechos totalmente de chocolate y de varios tamaños. Algunos son muy grandes, otros son discretos y otros bien pequeños. Independientemente de sus tamaños, todos dan alegría a los niños… y adultos de todo el mundo.
Huevos: joyas de fascinante belleza
En cuanto a huevos de Pascua, el pináculo del refinamiento fue alcanzado en Rusia, en los años finales del siglo XIX.
La Pascua era una fecha muy especial en la Rusia de los Zares: todos se saludaban, se besaban y decían: “¡Cristo resucitó!”. Recibían entonces la respuesta: “¡En verdad, Cristo ha resucitado!”.
Y después eran intercambiados regalos, casi siempre, eran huevos naturales bellamente coloridos, una tradición entre los pueblos eslavos que se difundió por Europa.
Con motivo de la Pascua de 1885, el Zar Alejandro III decidió ofrecer a la Zarina, no un simple huevo natural decorado, sino un huevo de oro.
La elaboración fue encomendada al mejor joyero de San Petersburgo: Peter Carl Fabergé. El domingo de Resurrección, la Zarina recibió de las manos del Zar una joya de fascinante belleza, hecha toda en oro, plata, esmalte y rubíes.
A partir de ese momento, todos los años, el Zar hacía un nuevo pedido a Fabergé, quien se esmeraba en superar la belleza y originalidad de la joya que había hecho el año anterior.
Fue de ese modo que se formó la fabulosa colección de 56 huevos de Pascua originaria de la Casa Imperial Rusa, famosa en el mundo entero. Cada uno de esos “huevos” es una auténtica obra de arte, propia a provocar un regalo no solamente para los ojos, sino especialmente para el alma.
Causa alegría saber que la costumbre de los huevos de Pascua – nacida dentro de la Santa Iglesia Católica, a partir de una necesidad banal doméstica – adquirió una connotación religiosa, se difundió por el mundo y alcanzó por fin ese pináculo de arte y civilización.
Huevos: del pueblo, para los nobles y para la Iglesia
Los chinos, egipcios y pueblos del bajo Mediterráneo también tenían la costumbre de darlos en las celebraciones de las estaciones del año. Generalmente eran los frecuentes y asequibles huevos de gallina, que para ser pintados eran cocinados con remolacha.
Los huevos no eran siempre para ser comidos. Ellos constituían regalos que simbolizaban el inicio de la vida. La tradición de homenajear la llegada de la primavera con la distribución de huevos continuó durante la Edad Media entre los pueblos paganos de Europa.
La distribución de huevos decorados en ciertas solemnidades era mucho más común en los pueblos sencillos y sin tantos recursos. Uniéndose a esta costumbre popular, los nobles y las personalidades importantes la enriquecieron con una característica cultural: los huevos comenzaron a ser adornados con escenas pintadas, y no pocas veces, por futuras celebridades del mundo artístico.
En Inglaterra, en el siglo X, el rey Eduardo I (900-924), acostumbraba regalar a la realeza y a sus súbditos huevos bañados en oro o decorados con piedras preciosas. Siglos más tarde, Luis XIV, en Francia, los enviaba pintados o decorados, como regalo Pascual.
La Iglesia en el siglo XVIII, comenzó a adoptar el huevo como uno de los símbolos de la resurrección de Cristo. Miles de huevos coloridos comenzaron a ser bendecidos y distribuidos a los fieles.
¿Qué tiene que ver un huevo con Cristo y la Resurrección?
En Pascua, la celebración de la muerte y resurrección de Cristo sirve como momento especial para que los cristianos reflexionen sobre el significado de la Redención de la humanidad y se regocijen con las conquistas del Divino Salvador sobre el demonio, el mundo y la carne.
Muchos no logran entender bien cuál es la relación existente entre esa celebración de carácter religioso y la costumbre de regalarse entre sí Huevos de Pascua. Para responder a esta pregunta, es necesario retroceder un poco en la historia. Volver a la época anterior a Nuestro Señor Jesucristo.
En varias de las antiguas culturas esparcidas por el Mediterráneo, Europa del Este y Oriente, se guardaba la costumbre de regalar mutuamente huevos. Y, generalmente, esto se daba cuando se aproximaba la primavera: estación que preanuncia y celebra el regreso a la vida de la naturaleza.
Por esta razón, los huevos a ser regalados en esta ocasión, eran pintados con imágenes que recordaban algún tipo de vegetal u otro elemento natural relacionado con la vida.
Estas costumbres atravesaron la Antigüedad manteniéndose vivas en poblaciones paganas que habitaban Europa durante la Edad Media. Se comenzó a usar para las fiestas y conmemoraciones cristianas, especialmente después del Concilio de Nicea, realizado en el año 325 de la era Cristiana.
En este período, los clérigos tenían la expresa preocupación de expandir la cristiandad, ampliando celosamente el número de fieles.
Desde que no hiciera daño a la doctrina, a la moral y a las buenas costumbres e incluso, no fuese una tendencia para volver a las prácticas paganas, algunas tradiciones antiguas y símbolos religiosos podían ser incorporados, con algunas adaptaciones, a otros eventos, fiestas y conmemoraciones que estaban de acuerdo con el pensamiento, doctrina y prácticas cristianas.
Sin perjuicio a la fe católica, la tradición de regalar huevos podía ser usada, por ejemplo, en la Pascua que, en el pensamiento cristiano, es la celebración de la Resurrección de Cristo y su victoria sobre la muerte y la esperanza de una nueva vida.
Fue en esta fase de la historia que surgieron pinturas de imágenes de Nuestro Señor Jesucristo y de Nuestra Señora en los huevos que serían regalados en Pascua.
El huevo es símbolo de la propia vida. Aunque aparentemente está muerto, él contiene una vida que surge repentinamente de su interior. Es este el sentido para la Pascua, después de la muerte, vino el paso para la resurrección y la vida.
Cristo dejó el interior del sepulcro con vida, venció la muerte. Destruyó el templo y lo reconstruyó en tres días.
Fuente:
Revista Heraldos del Evangelio, Abril/2005, n. 40, pag. 35
http://www.novomilenio.inf.br/festas/pascoa3.htm
http://www.fashionbubbles.com/festas-tematicas/a-historia-do-ovo-e-outros-simbolos-da-pascoa/
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