En Jerusalén, una capilla situada en el valle del Cedrón, próximo al Monte de los Olivos, evoca las lágrimas vertidas por Jesús cuando entraba triunfalmente en la Ciudad Santa, algunos días antes de su Pasión. Esta capilla ostenta el nombre latino de Dominus Flevit (El Señor lloró).
Consagrado en 1955, el sencillo templo fue edificado sobre las ruinas de una capilla bizantina del siglo V, que celebraba estas lágrimas de Nuestro Señor. Pero ésta se encontraba también en ruinas, cuando, en el siglo XI, los Cruzados llegaron a Jerusalén, quienes construyeron en el local un pequeño oratorio. Algunas piedras con inscripciones y otros vestigios remanecientes de ese rico pasado se encuentran conservados en la actual capilla.
El evangelista San Juan dice que seis días antes de la Pascua (Jn 12,1), en camino a Jerusalén, Jesús pasó por Betania, donde se encontró con Lázaro, a quien resucitara poco tiempo antes. Este milagro suscitara en el público gran admiración y entusiasmo por Jesús, lo que llevó a los fariseos a planear la muerte también de Lázaro.
En esa ocasión, se realizó también el banquete ofrecido a Jesús por Simón, el Leproso, un rico morador de Betania y que probablemente había sido curado por el Divino Maestro. El momento era de caluroso entusiasmo por Jesús, y María, hermana de Lázaro, lo ungió con abundante y excelente perfume, suscitando murmuraciones de Judas Iscariote. Muchas personas de otras regiones de Judea, que se dirigían para la fiesta de la Pascua en Jerusalén, paraban un poco en Betania, con el deseo de encontrar a Jesús y también a Lázaro, su amigo, favorecido con el insigne milagro de la resurrección.
Al saber que Jesús se dirigía a Jerusalén, un considerable número de peregrinos decidió juntarse a él, expresando su júbilo en un cortejo con cánticos.
Jesús escogió el camino más corto, de cerca de tres quilómetros. De Betania subió a la cima del Monte de los Olivos, y habiendo llegado próximo a la localidad de Bethfage, indicó a dos de sus discípulos dónde deberían encontrar un borrico, y traerlo para servirle de cabalgadura. A seguir, el cortejo descendió hacia el valle del Cedrón, en dirección al Templo.
“¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” – en medio de las proclamaciones y cánticos de este festivo cortejo, Jesús paró por un momento. Contempló la ciudad de Jerusalén. ¡Cuántos rechazos a sus enseñanzas por parte de los escribas y fariseos! ¡Qué tragedias le aguardaban en el futuro!
El Mesías amaba la Ciudad Santa, sus murallas cubiertas de gloria, el Templo del Dios vivo que en ella se elevaba, el pueblo electo que la habitaba. Por esto predicó la Buena Nueva con especial cariño, y combatió sus vicios con vigor particularmente ardiente. Fue rechazado…
Dentro de pocos días, sería el Salvador juzgado, condenado y muerto clavado en una Cruz, al lado de dos ladrones.
A este respecto comenta el pensador católico brasileño Plinio Correa de Oliveira:
De hecho, por ocasión de su entrada en Jerusalén le fue preparado un cortejo verdaderamente real. En materia de amor, todo esto es mucho. Y, entretanto, hubo más que esto.
En el momento en que el aparente fracaso de la Pasión y de la Muerte dejaba un velo de misterio sobre la misión de Nuestro Señor, y parecía desmentirlo definitivamente, hubo almas que continuaron creyendo y amando. Hubo una Verónica, unas Santas Mujeres, un Apóstol virgen que continuaron amando. Hubo sobretodo, más que todo, sin comparación, María Santísima que practicó entonces ininterrumpidamente actos de amor, como jamás el Cielo y la tierra juntos los podrían practicar con igual intensidad y perfección. Almas que continuaron amando cuando, en un momento de dolor inexpresable, el Sepulcro se selló, las sombras y el silencio de la muerte se abatieron sobre el Cuerpo exangüe, y todo parecía acabado.
Estas santas almas conservaron en su interior la llama de la Fe, hasta el momento que rayó para ellas y para todo el mundo la mañana de la Resurrección, que fue el verdadero triunfo del Divino Salvador sobre el mundo y la muerte.
P. Colombo Nunes Pires EP
Fuentes:
The Life of Christ, Giuseppe Ricciotti, The Bruce Publishing Company, Milwaukee, USA, 1947
http://www.biblewalks.com/Sites/DominusFlevit.html
Plinio Correa de Oliveira, “Catolicismo”, abril, 1955.
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