San Luis María Grignion de Montfort da una importancia capital a la renovación de las promesas bautismales…. Y explica que antes del bautismo “todo cristiano era esclavo del demonio (Tratado de la Verdadera Devoción 126) y que inversamente, nos liberamos de esta esclavitud por el bautismo que nos hace “esclavos de amor”. Montfort, por supuesto recurre al tema del cual las epístolas de San Pablo están penetradas, pero él no se refiere más explícitamente, es claro que la inspiración primera viene de él mismo… las promesas bautismales ocupan un lugar central en el pensamiento de Montfort cuando él define la “santa esclavitud”: antes del bautismo nosotros éramos para el diablo como sus esclavos; y el bautismo nos ha transformado en verdaderos esclavos de Jesucristo” (TVD 68). Hay en la paradoja esclavitud-libertad, como la entendía Montfort, algo de contemporáneo, central, ortodoxo y de actualidad. Sin duda, su noción de “santa esclavitud”, sobrepasa lo que hay de puramente escriturario y litúrgico, como lo muestra lo que él escribe: “Se hace algo más, pues en el bautismo…no se da a Jesucristo por las manos de María” (TVD 126) .
La mariología de Montfort tiene por tema único a fin de cuentas, la paradoja evangélica que quiere que perdamos nuestra vida a fin de ganarla: es necesario “aniquilarnos tomando la forma de esclavos” a fin de tener los mismos sentimientos que fueron los de Jesucristo (Fl. 2, 5-6). Montfort no cita estos pasajes de la Escritura y ellos no influencian probablemente su motivación subconsciente, lo que no impide que la paradoja esclavitud-libertad esté basada en la Escritura y de ser Montfortiana.
En TVD 68 – 77, sin precisar el pasaje de San Pablo, San Luis escribe: “el Apóstol dice que nosotros no nos pertenecemos a nosotros mismos, “pertenecemos enteramente a Dios como sus miembros y esclavos, que Él ha adquirido al precio de su sangre” (1 Co 6 y 12). A partir de eso, Montfort hace la distinción (TVD 69) entre “servidor” y “esclavo”. Hace esta distinción para acentuar el carácter de dependencia del esclavo, pone en relieve el amor y la libertad en el origen de esta dependencia. La paradoja se encuentra valorizada: cuanto más la esclavitud es “total”, más el amor que la inspira es grande. La paradoja se ha tornado una antinomia, una yuxtaposición de términos que se oponen: Se trata ahora “de la esclavitud de la voluntad”. La esclavitud de la voluntad es la más perfecta.
Por el P. Juan Carlos Casté, EP
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