Transcribimos abajo algunas consideraciones elaboradas por el Profesor Felipe Aquino sobre la acción de gracias ofrecida a Jesús después de la Santa Comunión:

La Iglesia nos enseña que después de recibir la Sagrada Hostia, Presencia real de Jesús: cuerpo, sangre, alma y divinidad; Él está substancialmente presente en nosotros hasta que nuestro organismo consuma las especies del trigo; esto puede llevar cerca de 15 minutos. Después de eso, Jesús pasa a estar en nuestra alma por la acción del Espíritu Santo y de Su gracia.

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El gran San Pedro Julião Eymard, en su libro “Flores de la Eucaristía” (Ed. Palabra Viva, Sede Santos, Distribuidora Loyola, pgs 131-135), nos enseña la importancia de la Acción de Gracias. Transcribo aquí algunas de sus enseñanzas para su meditación:

“El momento más solemne de vuestra vida es el de la Acción de Gracias, en que poseéis al Rey de la Tierra y del Cielo, vuestro Salvador y Juez, dispuesto a concederos todo lo que le pidas”.

“La Acción de Gracias es de imprescindible necesidad, a fin de evitar que la Santa Comunión degenere en un simple hábito piadoso.”

“Nuestro Señor permanece poco tiempo en nuestros corazones, después de la Santa Comunión, sin embargo los efectos de Su Presencia se prolongan. Las santas especies son como una cubierta, la cual se rompe y desaparece para que el remedio produzca sus saludables efectos en el organismo. El alma se hace entonces como un florero que recibió un perfume precioso.”

“Consagrad a la Acción de Gracias media hora si es posible, o, por lo menos, un riguroso cuarto de hora (15 minutos). Daréis prueba de no tener corazón y de no saber apreciar debidamente lo que es la Comunión, si, después de haber recibido a Nuestro Señor, nada sentisteis y no le sabes agradecer.”

“Dejad, si quisieres, que la Santa Hostia permanezca un momento sobre vuestra lengua a fin de que Jesús, verdad y santidad, la purifique y santifique. Introdúcela después en vuestro pecho, en el trono de vuestro corazón, y, adorando en silencio, comenzad la Acción de Gracias” (pg. 131).

“Adorad a Jesús sobre el trono de vuestro corazón, apoyándoos sobre el de Él, ardiente de amor. Exaltadle el poder… proclamadlo Señor vuestro, confesaos ser feliz siervo, dispuesto a todo para darle placer.”

“¡Agradecedle la honra que os hizo, el amor que os testimonió, y lo mucho que os dio en esta Comunión! ¡Alabad Su bondad y su amor para con vosotros, que sois tan pobres, tan imperfectos, tan infieles! Invitad a los ángeles, los santos, la Inmaculada Madre de Dios para alabarlo y agradecerle por vosotros. Uníos a las acciones de gracias amantes y perfectas de la Santísima Virgen.”

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“Agradezcamos por medio de María, pues cuando un hijo pequeño recibe alguna cosa cabe a la madre agradecer por él. La Acción de Gracias identificada con la de María Santísima será perfecta y bien aceptada por el Corazón de Jesús.”

“En la Acción de Gracias de Comunión, llorad vuestros pecados a los pies de Jesús como Magdalena (Jo 12,3), prometedle fidelidad y amor, hacedle el sacrificio de vuestras acciones desordenadas, de vuestra tibieza, de vuestra indolencia en emprender lo que os cuesta. Pedidle la gracia de no más ofenderlo, profesarle que preferís la muerte al pecado.”

“Pedid todo lo que quisieres; es el momento de la gracia, y Jesús estrá dispuesto a daros el propio Reino. Es un placer que le proporcionamos, ofrecerle ocasión de distribuir sus beneficios.”

“Pedidle el reinado de la santidad en vosotros, en vuestros hermanos, y que su caridad abrace todos los corazones.”

Por: Prof. Felipe Aquino
Fuente: http://blog.cancaonova.com/felipeaquino/2015/04/17/16495/