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San Pablo, Apostol

San Pablo, Apostol

Saulo pasó algunos años fuera de Jerusalén, coincidiendo con el período de la vida pública de Jesús. Cuando volvió, constató un gran cambio. La Ciudad Santa no era la misma que él conociera en sus tiempos de estudiante: después de la tragedia de la Pasión, pesaba sobre la conciencia del pueblo y, sobre todo, de las autoridades, la figura ensangrentada de la Víctima del Gólgota, que ellos en vano procuraban lanzar en el olvido. Y más aún: los discípulos de aquel hombre no temían predicar su doctrina en el propio Templo, proclamando que ese Jesús a quien habían matado resucitó de entre los muertos (cf. Hech 3,11ss.).

Tales acontecimientos no podían dejar indiferente a un fariseo militante como Saulo. No comprendía que aquellos simples galileos se levantasen impunemente contra la religión de sus antepasados, arrastrando tras de sí tal multitud de seguidores. Su irritación llegó al auge cuando, estando en la sinagoga llamada de los Libertos, donde semanalmente se reunían judíos de todas las comunidades de la Diáspora, se encontró con un joven llamado Esteban, que anunciaba con todo entusiasmo las glorias del Crucificado.

Pobreza de Espíritu

Pobreza de Espíritu

Pobreza material y pobreza de espíritu 3 “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. La mentalidad típica de los espíritus mundanos de todos los tiempos recita: “Bienaventurados los ricos y los poderosos, porque ellos pueden satisfacer todos sus caprichos y apetitos”. Esa era la máxima de vida de […]

Los castillos, el Papa y María

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Recorrer los caminos que surcan la antigua Europa es como recorrer las páginas de un libro de Historia. Si atravesamos un valle, nos deparamos con el escenario donde se dio una legendaria batalla. Si cruzamos un río, nos damos cuenta de que otrora éste fue la frontera entre dos poderosos imperios. Si divisamos una gruta, […]

 
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