San Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en Castelnuovo de Asti, y recibió de su madre Margarita Occhiena una sólida educación cristiana y humana. Dotado de inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física no comunes, desde niño fue seguido por sus coetáneos, a quienes organizaba juegos que
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San Pablo, Apostol
Saulo pasó algunos años fuera de Jerusalén, coincidiendo con el período de la vida pública de Jesús. Cuando volvió, constató un gran cambio. La Ciudad Santa no era la misma que él conociera en sus tiempos de estudiante: después de la tragedia de la Pasión, pesaba sobre la conciencia del pueblo y, sobre todo, de las autoridades, la figura ensangrentada de la Víctima del Gólgota, que ellos en vano procuraban lanzar en el olvido. Y más aún: los discípulos de aquel hombre no temían predicar su doctrina en el propio Templo, proclamando que ese Jesús a quien habían matado resucitó de entre los muertos (cf. Hech 3,11ss.).
Tales acontecimientos no podían dejar indiferente a un fariseo militante como Saulo. No comprendía que aquellos simples galileos se levantasen impunemente contra la religión de sus antepasados, arrastrando tras de sí tal multitud de seguidores. Su irritación llegó al auge cuando, estando en la sinagoga llamada de los Libertos, donde semanalmente se reunían judíos de todas las comunidades de la Diáspora, se encontró con un joven llamado Esteban, que anunciaba con todo entusiasmo las glorias del Crucificado.
Pase del Niño – Cuenca
El domingo 8 de enero de 2012, la escuela de monaguillos de la parroquia Corazón de Jesús (dirigida por los Heraldos del Evangelio); acompañó al “pase del Niño” que se dirigió rumbo a la Catedral de la Inmaculada, en la cual el P. Bolívar Piedra, Vicario General de la Arquidiócesis de Cuenca, celebró la Eucaristía de la Epifanía del Señor, los monaguillos ayudaron en el altar.
Confirmaciones – Guayaquil
El sábado 14 de Enero, en la parroquia San Gabriel de La Dolorosa, ubicada en la Cdla. Kennedy Norte (norte de Guayaquil) ocho jóvenes participantes de las actividades de los Heraldos del Evangelio recibieron el sacramento de la Confirmación de manos del párroco P. César León, delegado por Mons. Antonio Arregui, Arzobispo de Guayaquil, para este acto.
Visita al Colegio Madrid – Cuenca
La imagen peregrina del inmaculado Corazón de María visitó el Colegio Madrid en la ciudad de Cuenca. Como parte principal del acto, El P. Luis Ochoa, párroco del sector, realizó la bendición de la nueva gruta de la Virgen de las Gracias que preside el patio principal del plantel. La imagen de la Santísima Virgen recorrió por algunos de los cursos del colegio para dejar un recuerdo entre los estudiantes. La alegría y entusiasmo se hicieron visibles en los rostros de alumnos y docentes.
Visita al Colegio William Caxton
Nevados y montañas del Ecuador
Una de las escenas más pungentes encontrada en los Evangelios, sin duda, está en el sermón de la montaña, descrita por San Mateo (capítulos 5-7). En el lenguaje bíblico la ‘montaña’, debido a su elevación, se torna un lugar de comunicación con lo divino; así pueden ser vistos, por ejemplo, el Sinaí, el Horeb, el monte Sión, etc. Las montañas, comunican al hombre la grandeza y la magnitud del Creador.
Sus formas irregulares y diversas, se mezclan en la armonía de sus puntas, coloreadas por el mejor amigo de los pintores, el sol. A continuación pasearemos por las alturas, recorriendo algunos de los nevados del Ecuador
San Hilario de Poitiers
Martirologio Romano: San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia, que fue elevado a la sede de Poitiers, en Aquitania (hoy Francia), en tiempo del emperador Constancio, quien había abrazado la herejía arriana, y luchó denodadamente en favor de la fe nicena acerca de la Trinidad y de la divinidad de Cristo, siendo desterrado, por esta razón, durante cuatro años a Frigia. Compuso unos comentarios muy célebres sobre los Salmos y sobre el evangelio de san Mateo (367).
Etimología; Hilario = Aquel que esta sonriente, es de origen latino.
Nació a principios de siglo IV en Poitiers. Fue llamado “el Atanasio de Occidente”, de quien era contemporáneo. Ambos tuvieron que combatir contra el mismo adversario, el arrianismo. Participaron en las polémicas teológicas con discursos y sobre todo con escritos. Hilario fue desterrado a Frigia por el emperador Constancio, que se había alineado con las decisiones del sínodo arriano de Béziers del año 356.
El contacto con el Oriente fue providencial para el obispo de Poitiers. Durante los cinco años de permanencia en Frigia aprendió el griego y descubrió a Orígenes, como también la gran producción teológica de los Padres orientales, obteniendo una documentación importantísima para el libro que le mereció el título de doctor de la Iglesia: De Trinitate, cuyo título original es De Fide adversus Arrianos. En efecto, era el tratado más importante y profundo que había aparecido hasta entonces sobre el dogma principal de la fe cristiana. A pesar de estar desterrado, no permaneció inactivo. Con el opúsculo Contra Maxertiam atacó violentamente al mismo Constancio, acusándole de cesaropapismo y de inmiscuirse en las disputas teológicas y asuntos internos de la disciplina eclesiástica. De regreso a Poitiers, el valiente obispo continuó su obra pastoral, ayudado eficazmente por el joven Martín, el futuro santo obispo de Tours.
Hilario nació en el seno del paganismo. Su afán por buscar la verdad, le llevó a estudiar las diferentes corrientes filosóficas de la época, recibiendo un influjo especial del pensamiento neoplatónico. La búsqueda de la respuesta sobre el fin del hombre le llevó a la lectura de la Biblia, en donde finalmente encontró lo que buscaba; entonces se convirtió al cristianismo.
Una visita muy especial…
En este mes de enero, la comunidad de los Heraldos del Evangelio en Quito, tuvo la alegría de recibir a un conjunto de hermanos de la Ciudad de Cali – Colombia.
En compañía del P. Juan Antonio Vargas, EP, el conjunto de jóvenes visitaron los lugares más importantes de Quito, así como también, participaron de las actividades que los Caballeros de la Virgen realizan en esta ciudad.
Santos Reyes Magos – Epifanía
No existen razones profanas ni mundanas en el largo viaje que emprendieron
los Magos. Y la confianza que mostraron, impregnada de valentía, ante un
tirano con mala fama como Herodes, resulta conmovedora. Sin duda los
sustentaba una especial moción del Espíritu Santo.
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, unos Magos procedentes del Oriente llegaron a Jerusalén, diciendo: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle’. Al oír esto el rey Herodes se sobresaltó, y con él toda Jerusalén. Y reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos contestaron: ‘En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti saldrá un jefe que regirá a mi pueblo Israel [Miq 5, 2]. Entonces Herodes, llamando en creto a los Magos, averiguó de ellos con exactitud el tiempo de la aparición de la estrella. Y enviándolos a Belén, les dijo: ‘Id e informaos con diligencia acerca del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo’. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y la estrella que habían visto en Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.
Al ver la estrella se llenaron de una inmensa alegría. Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. Avisados en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino” (Mt 2, 1-12)).