El mítico Bucintoro

 

Entre los siglos V y VI algunos habitantes de diversas ciudades del norte de Italia, que huían de las invasiones de los bárbaros, terminaron por asentarse en las pequeñas y pantanosas islas de una laguna a las orillas del Adriático, dando origen a la ciudad de Venecia. Un pueblo que se constituyó cristiano y empezó a lanzarse en grandes empresas marítimas.

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Origen de la fiesta de la “Sensa”

La primera comenzó el 9 de mayo del 998, fiesta de la Sensa, que en el dialecto veneciano significa la Ascensión del Señor.

Las poblaciones católicas de la región habían solicitado ayuda a la República Serenísima contra los continuos saqueos de los piratas narentinos.

El dux Pedro II Orseolo organizó, para ir en su auxilio, una poderosa flota con 35 barcos bendecida por el obispo Domenico Gradenigo, que le entregó al comandante un nuevo estandarte con el símbolo de San Marcos, patrón de la ciudad: un león alado de oro sobre fondo rojo. La escuadra veneciana desmontó las bases de los piratas y arrasó su principal asentamiento. Con ello, el mar Adriático quedaba libre del pillaje.

En memoria de esta victoria, todos los años el dux embarcaba en la mejor nave de Venecia y se dirigía junto con el obispo a la entrada del puerto. El prelado bendecía un poco de agua, aspergía al soberano y al pueblo e imploraba: “Dignaos, Señor, hacer que este mar se mantenga tranquilo, tanto para nosotros como para todos aquellos que por él naveguen”. Dicho esto, vertía el resto del agua bendita sobre las olas.

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Maqueta del último Bucintoro – Museo Histórico Naval de Venecia

Y así se hacía siempre hasta que en 1176, por la fidelidad del Dux de Venecia a la Sede romana en contra de las pretensiones de Federico I de Hohenstaufen, llamado Barbarroja, el Papa Alejandro III le regaló un anillo de oro y le dijo: “Recíbelo como prenda de la soberanía que vos y vuestros sucesores tendréis sobre el mar perpetuamente”.

Desde entonces la fiesta de la Sensa cambió de aspecto.

“Casamos al mar”

La embarcación más bella de Venecia era llamada Bucintoro. El origen de su nombre es algo confuso, sin embargo es muy posible que provenga de la combinación de los términos buzo (barca) in oro (dorada).

La primera descripción que se conoce de esta galera data del 1311. Tenía dos plantas: la planta inferior era para los remeros, 168; la superior estaba cubierta con un enorme baldaquín que formaba una gran sala revestida de terciopelo rojo, de tapices, oro y marfil. Esta sala estaba reservada a las máximas autoridades de la República y culminaba en la popa con el fastuoso trono del dux. Esta misma distribución permaneció en las posteriores reconstrucciones en los años 1526, 1606 y 1729.

La población acompañaba al Bucintoro en la fiesta de la Sensa con góndolas y barcas adornadas con ricos tejidos. Al llegar a la “puerta del mar”, el obispo bendecía las aguas y un anillo de oro, que a continuación el dux lo echaba en ellas. El prelado declaraba:

“Casamos al mar como signo de verdadero y perpetuo dominio”.

Así transcurrieron las sucesivas fiestas de la Sensa hasta que en 1798 el último Bucintoro fue saqueado y destruido por las tropas napoleónicas.

La maravillosa galera nunca más surcó las aguas de la laguna, pero su mito perdura por los siglos.